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Paz para quien quiera

Todo el mundo tiene derecho a pedir paz, especialmente los niños, que no son responsables de lo que se crea a su alrededor. Tienen derecho a florecer en un entorno que apoye sus sueños de futuro. Y los adultos tienen derecho a ofrecérselo. 

Una iniciativa semilla

La idea de Una escuela de paz surgió de mi corazón, que necesitaba urgentemente un lugar donde respirar, un espacio donde nada ni nadie lo confrontaría con ninguna violencia.

Un espacio donde todo pudiera ser sereno y propicio para el florecimiento de mi energía volcada hacia el amor, un espacio donde mi hija también pudiera florecer libremente y experimentar relaciones interpersonales nutritivas y alegres, y donde se respetara su derecho a la inocencia. Un espacio donde todos los niños pudieran experimentar este regalo de estar juntos en armonía, porque el futuro les pertenece. Un espacio-tiempo donde aprendan a respetar la vida y todas las formas de vida.

Como adultos, podemos ofrecerles semillas de  conciencia que llevarán su humanidad aún más lejos. 

 

Sarah, jardinera de

Una escuela de paz

Kurt Bouda de Pixabay .jpg

De lo personal a lo colectivo

Pensé que esta iniciativa podría ser alimentada por todas las personas que quisieran participar compartiendo herramientas que ayuden a crear relaciones de paz, en todos los continentes, para ver florecer la paz en todas partes. 

Tuve como vision una puesta en común de nuestras herramientas benévolas para que todas las personas y escuelas que quisieran utilizarlas pudieran acceder a ellas de forma gratuita y sencilla. Una Escuela de la Paz sería como una matriz de amor y de paz que se extendería allí donde las personas y las escuelas quisieran acogerla. 

Porque estamos juntos, en el mismo planeta, tejiendo juntos el tejido luminoso de nuestra Humanidad. 

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